¿Cuál es el potencial de hidrogeno?
La sigla significa ‘Potencial de Hidrógeno‘ e indica la concentración de iones Hidronio [H3O]+ presentes en determinadas disoluciones, siendo utilizado como una medida de acidez o basicidad de una disolución.
Si el disolvente es agua, la escala de pH varía de 0 a 14 y a 25 °C se considera:
– pH menor que 7. Ácido
– pH = 7. Neutro
– pH mayor que 7. Alcalino
En productos de aseo y limpieza destinados a entrar en contacto con la piel, suele usarse la expresión «pH neutro» para destacar su no agresividad. En este caso, la neutralidad hace referencia a un nivel de pH 5,5. Si a la piel se le aplicaran productos con pH 7, se provocaría una variación del pH cutáneo con posibles consecuencias negativas.
Hay que tener en cuenta que en disoluciones no acuosas, o fuera de condiciones normales de presión y temperatura, un pH 7 puede no ser el neutro.
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¿Cuál es el pH del agua de la piscina?
La razón por la que se relaciona mucho el pH con la calidad del agua en las piscinas es porque, cuando se utiliza cloro como desinfectante, éste, sólo hace efecto si el pH del agua se encuentra entre 6,5 y 8. Cuando el pH del agua es superior a 8 o inferior a 6,5, por más cloro que se añada, éste no actuará y será alrededor de 10 veces más eficaz en la desinfección del agua cuando el pH esté en 7,2. Se estipula que el valor del pH del agua de la piscina deberá estar comprendido siempre entre 7,2 y 7,6.
Un pH de agua demasiado elevado (superior a 8) producirá agua turbia, incrustaciones e irritación de ojos, orejas, nariz, garganta, etc., mientras que cuando el pH cae por debajo de 7,0, el agua se vuelve ácida, volviéndose corrosiva y agresiva al metal de las tuberías, calentadores, bombas y filtros, componentes de vinilo y paredes de yeso, causando además irritación de los ojos (ojos enrojecidos y con escozor).
¿Cuáles son las formas de medir el pH?
El pH puede medirse de forma precisa mediante un potenciómetro o pH-metro, midiéndose la diferencia de potencial entre dos electrodos. Uno será el electrodo de referencia, generalmente de plata/cloruro de plata, mientras el otro será de vidrio, sensible al ion de hidrógeno.
Otra forma de medirlo, aunque de forma aproximada, es empleando indicadores, que son ácidos o bases débiles, que presentan diferente color según el pH, soliendo indicar desde el 1 hasta el 14. Para ello, se emplea habitualmente papel indicador, un papel impregnado con una mezcla de indicadores cualitativos para la determinación del pH. El indicador más conocido es el papel de litmus o papel tornasol. Otros indicadores usuales son la fenolftaleína y el naranja de metilo.
El pH con el Ozono
El Ozono no varía ni la alcalinidad ni el pH del agua, aunque la oxidación de algún contaminante por efectos del Ozono podría alterarlo sensiblemente. Hay que tener en cuenta que la cantidad de Ozono disminuye rápidamente si el pH del medio es elevado y cuando las temperaturas son altas.
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La importancia del pH en la piel
La piel, esa fina capa que nos envuelve por completo y que tiene unos dos metros cuadrados de extensión, es el mayor órgano del cuerpo humano. Una de las capas de la piel, llamada ‘Manto ácido’, está compuesta, en parte, por lípidos ligeramente ácidos, lo que dificulta que gérmenes, microorganismos u otros parásitos puedan atravesarla. De este modo, la piel es la primera barrera con la que el organismo se protege de los agentes externos, impidiendo que virus, bacterias nocivas y ácaros penetren en nuestro cuerpo. También ejerce una función clave en el control de la temperatura del cuerpo y en la eliminación de toxinas.
¿Cuál es el pH de la piel?
El pH neutro en el agua pura es 7 (la del grifo en Europa cercana al 8). Los estudios científicos más recientes han demostrado que el pH medio de la piel se sitúa en un pH de 4,7, ligeramente más bajo en el cabello y el cuero cabelludo y con pequeñas diferencias entre hombres (más bajo) y mujeres (más alto), mientras que la mucosa vaginal está en un pH 4,0 y la lágrima humana entre el 7,2 y 7,7. Hay que tener en cuenta que el agua corriente (pH cercano al 8) y los jabones aumentarán irremediablemente el nivel del pH de la piel.
¿Qué pasa si se altera el pH de la piel?
En la piel de cada cuerpo humano viven billones de bacterias de miles de especies distintas, así como numerosos hongos y levaduras. Toda esta microflora, que vive en relación simbiótica con la piel, sirve también para estimular al sistema inmunitario y es la responsable de los olores corporales. Por un lado, la piel proporciona lípidos, minerales y proteínas a estos microorganismos. Ellos, por su parte, fortalecen la primera línea defensiva del cuerpo, evitando la invasión de bacterias nocivas. Normalmente, las bacterias nocivas, los hongos y los protozoos necesitan un entorno alcalino para desarrollarse (lo que eleva el pH por encima de 6.0). Se asocia la elevación del pH, es decir, la reducción de la acidez o dicho de otro modo, la elevación de la basicidad de la piel, al aumento de enfermedades como son la dermatitis atópica, la dermatitis irritativa de contacto, el acné o la ictiosis.
¿Cómo cuidar el pH de la piel?
Para mantenerla sana debemos evitar destruir la capacidad protectora de la flora de nuestra piel evitando alterar su acidez natural. Dado que el agua de red tiene un pH cercano al 8, o sea base, después de un un baño en la piscina o de un simple lavado sin ningún tipo de detergente, la piel puede tardar hasta seis horas en recobrar su nivel normal de acidez, es decir por debajo de pH 5. Las pieles con pH entre 4 y 5 siempre estarán en mejores condiciones que las que están por encima de 5. Es recomendable la utilización de geles, jabones y cosméticos con un pH lo más cercano posible a 5 y que en ningún caso excedan de 6,5, ya que a partir de esa cifra el producto puede alterar el manto lipídico de la piel.
La importancia de la hidratación
Los distintos componentes de los productos hidratantes ayudan al mantenimiento de la epidermis, sobre todo del estrato córneo, la capa exterior donde se localizan los lípidos que mantienen nuestra flora protectora. Los productos hidratantes suelen contener combinaciones de humectantes (absorben y retienen agua), lípidos oclusivos (crean una capa grasa que impide la pérdida de agua) y emolientes y lípidos epidérmicos (aportan grasa a las capas interiores). Por tanto, ayudan a mantener la suficiente cantidad de agua para que las células de la piel puedan reproducirse constantemente, además del nivel de grasa necesario para que prolifere la flora que constituye nuestra barrera infranqueable.